Cartel

Cartel curso 2020/21

Este curso el cartel da protagonismo al eslogan. Las dos frases están unidas entre sí y a la vez unidas al planeta. “Entre todos” unido a la casa común que es nuestro mundo, y a la vez conectado a la otra parte del eslogan: “Iluminamos el mundo” porque solo entre todos seremos capaces de dar luz y esperanza a este mundo tan necesitado de fraternidad, amor, justicia y paz. En esa cinta que todo lo une, los niños, transmitiendo fuerza, movimiento, ilusión y la esperanza de que lo que vivan en nuestros colegios, quede grabado en sus corazones.

En el centro esa Tierra, esa casa común de la que sale luz, pues esa iluminación es recíproca, el mundo necesita luz, pero también ilumina.

En la parte superior del cartel, con el diseño del visual thinking vemos diferentes símbolos que nos ayudarán a centrar el trabajo, saber de dónde y hacia dónde se dirige esa luz y esperanza:

• El árbol que nos llama a trabajar juntos por la madre Tierra que sufre y sentirnos en común unión con nuestros hermanos más vulnerables.

• Las personas, protagonistas de nuestro trabajo, de nuestros esfuerzos, centro de lo que hacemos. Cuidarnos, cuidarse, seguir trabajando la diferencia, la inclusión, ver en cada uno al hermano, hermana.

• Un puente, recordatorio de lo que debemos construir en nuestras relaciones Que una, que deje paso, que facilite el camino. y también lo que podemos ser, siendo mediadores, facilitadores en las relaciones, símbolos de unión.

• El corazón, símbolo del amor fraterno, de la entrega, del único mandamiento que nos dejó Jesús y posibilitador de la verdadera transformación de las personas. Amor que espera, que comprende, que perdona y que nos pone en camino.

• La Tau que nos impulsa y recuerda de dónde venimos, los valores franciscanos que nos mueven y posibilitan la transformación del mundo.

En la parte inferior unas huellas de colores transmiten acción, trabajo, nos recuerdan el acompañamiento en el camino, la concreción de nuestros sueños y anhelos. La reflexión tanto personal como conjunta que precede a cada paso. La diversidad de colores puede ayudarnos a retomar y dar continuidad al trabajo del curso pasado sobre la riqueza de la diversidad y la inclusión.

Eslogan curso 2020/21: entre todos, iluminados el mundo. Entre todos

Concreta todo lo expuesto anteriormente, implica compromiso con nuestro trabajo, nuestros hermanos, nuestra Tierra, nuestro Padre, sabiendo que solo con la aportación de todos y cada uno tendrán éxito nuestros proyectos. Todos tenemos dones y talentos que puestos al servicio de los demás se reproducen y dan más fruto.

Implica unidad, ya hemos dicho que debemos pasar del yo al nosotros, juntos, sin dejar a nadie al margen. Supone conexión, encuentro, nos necesitamos. Hemos experimentado de una manera cruel, la necesidad que tenemos de estar cerca, de estar juntos, de vernos, abrazarnos, mirarnos a los ojos sin una pantalla de por medio. No podemos olvidarlo, debemos aprovechar esa necesidad de estar juntos de verdad, para trabajar por nuestros colegios, para transmitir a nuestras comunidades educativas el privilegio de trabajar unidos por el hermoso proyecto común que es la educación y la evangelización.

Supone acompañamiento, sentirnos y hacer sentir que en el camino no estamos solos, vamos acompañados, de la mano del Padre y de la mano de cada uno que está pendiente del otro, guiando y sosteniendo al hermano.

Iluminamos el mundo

“Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”.

Mt 5, 13-16

 

Cuantas veces hemos escuchado o leído estas palabras, y qué necesidad de luz hay en nuestro mundo en estos momentos.

Fuimos testigos el curso pasado de lo fácil que todo puede oscurecerse de repente, pero a la vez también vimos con qué fuerza alumbraban algunas luces y la esperanza que daban en las posibilidades de este mundo.

Queremos poner fuerza en la idea de poner nuestras cualidades al servicio del otro, sacar y ayudar a sacar esa luz que tenemos dentro, no dejarla escondida, posibilitar que el hermano brille y dejarnos iluminar para dar luz.

Hemos comentado antes la posibilidad que tenemos de encontrar juntos caminos de luz en esa oscuridad que tantas veces envuelve a los hermanos. Tenemos por delante un curso para hacer que nuestros gestos, acciones, palabras, proyectos, planes y tantas actividades que hacemos, sean luz, no sólo para nuestro entorno más próximo, sino para aquellos inmersos en situaciones de dolor, sufrimiento y oscuridad.

Valor curso 2020/21

La Fraternidad

Estamos ante el comienzo de un nuevo curso, evidentemente cada año que empieza es diferente y pone ante nosotros nuevos retos y caminos; pero este trae, si cabe, mayor novedad. Lo que vivimos a partir del último trimestre del curso pasado, ha hecho que, tanto en nosotros como en nuestros alumnos y comunidades, haya muchos aspectos que son nuevos porque hemos tenido que aprender a vivir de “otra manera”.

Tenemos la oportunidad de recoger lo vivido, sentido, reflexionado y sufrido, y ponerlo bajo la mirada de nuestra identidad cristiana, y franciscana.

El curso pasado pusimos nuestro esfuerzo en el cuidado de los demás, de nuestras relaciones, haciendo hincapié en la apertura a todos, en la inclusión frente a la exclusión, en el valor de la diversidad y en la importancia de no dejar a nadie atrás. Seguramente quedó algún proyecto o aspecto que no pudimos finalizar por la situación vivida, pero este curso tendremos la posibilidad de continuarlos, puesto que todo lo que reflexionamos y trabajamos el año pasado son aspectos concretos de ese valor tan nuestro, tan franciscano como es la fraternidad.

La fraternidad humana es el reconocimiento como hijos de un solo Padre y, por lo tanto, hermanos llamados a la recíproca benevolencia y a la custodia fraterna (cf. Gn 4,9).

Esto supone poner en el centro a la persona, dignificar al otro, dar valor a todos los hermanos y trabajar por una justicia real y por un mundo realmente fraterno.

Por lo tanto, cuando hablamos de fraternidad estamos hablando de encuentro, no solo con el cercano, el que piensa como yo, con el que todo resulta fácil; sino con el que el que es diferente a mí, con el que está más lejos, porque también es mi hermano, es salir de nosotros para encontrarnos con el hermano, con el rostro de Jesús. Es tender puentes y abrir puertas en lugar de levantar muros y cerrar fronteras. Es estar convencidos que vivimos en la casa común y que cada criatura es nuestro hermano y hermana. “Si cuando el corazón está auténticamente abierto a una comunión universal, nada ni nadie está excluido de esa fraternidad”. (Laudato si’ n. 92).

Y hablar de encuentro, es hablar de diálogo y de escucha y también hablar de confrontación y aprender en el camino mientras llegamos a un acuerdo.

Esto supone cambiar el yo por el juntos. Juntos crecemos y aprendemos a convivir, y juntos encontramos caminos de luz donde hay oscuridad.

Hablar de fraternidad es hacerlo de solidaridad, de poner la mirada en los que sufren, de sentir que lo que le pasa al otro me pasa a mí, y eso me llama a pasar a la acción e involucrarme y, por tanto, es hablar de generosidad y gratuidad, de entrega al otro. Somos distintos, pero hacemos las cosas juntos, porque compartimos el mismo proyecto, de construir el Reino y de acompañar a nuestros alumnos en ese camino de ser personas que vivan al servicio de los demás estando atentos a sus necesidades. Por eso, fraternidad es también la responsabilidad de asumir esa tarea, de educar desde el servicio y para el servicio. De establecer relaciones de calidad que den verdadera calidez y calidad a la educación.

Fraternidad es esfuerzo y trabajo por el otro, es comprometerse sin miedo, es valentía, es ofrecer la mano y saber que el otro puede contar con nosotros.

Como nos dijeron en el último encuentro franciscano, tenemos un hermoso camino por delante, pero un camino para recorrer en fraternidad, con ternura, gestos de amor, cariño y calidez que hagan de nuestras comunidades educativas verdaderos hogares donde el que venga encuentre la seguridad, confianza y cercanía que da una familia.

Un camino en el que acompañar a nuestros niños, jóvenes, compañeros y familias, acogiendo sus miedos, preocupaciones, alegrías, éxitos y fracasos.

Toda la humanidad, al recibir la vida, se descubre unida en el vínculo de la fraternidad, que se manifiesta, por lo tanto, como el principio que expresa la realidad estructural del ser humano (cf, Laudato si’, n.220) Fuimos creados no sólo para vivir con los demás, sino también para vivir al servicio de los demás en una reciprocidad salvadora y enriquecedora..

 

“Entre todos, iluminamos el mundo…””

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TU MOMENTO ES AHORA
¡DESPIERTA!

Solo llegando al corazón hacemos verdadera educación

Carolina Baron